Editorial, Efemerides en Detalle

El Transito, Un Problema de Todos

by @jotaposta

Los fríos números de las estadísticas confirman que, como consecuencia de los accidentes de tránsito, en la Argentina mueren 21 personas por día; durante los últimos 20 años se contabilizaron 150 mil víctimas fatales, solo en 2015 hubo 7.472 muertos en todo el territorio Nacional.

En una atroz metáfora podríamos decir que equivale a una caída de un avión de pasajeros semanal, en la cual mueren unas 130 personas cada vez.

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Quizás la ausencia de “impacto” visual en las tragedias (Se suceden de a una, de a dos, o de a tres) hace que los muertos en accidentes de tránsito no tenga la misma repercusión que los aéreos.

Existe también una tendencia entre los ciudadanos, basados en la trágica cotidianidad de los hechos, que tiende considerar los infortunios terrestres como “lejanos”, creyendo que son cosas que les ocurren «a otros».  Fácilmente comprobable basta con entender que son pocos los que al subir a un automóvil experimenta el miedo que muchas veces se siente al despegar dentro de un avión.

Pese a que las razones son varias, la principal causa de muertes por accidente en el país es la velocidad. Muchos ciudadanos consideran que no van rápido a 120 Km. /h, cuando a más de 90 Km. /h un vehículo es cada vez menos gobernable. A mayor velocidad, mayor es la distancia que se necesita para detener el vehículo; más graves serán las consecuencias ante cualquier falla mecánica, el reventón de un neumático, una mala maniobra del conductor o cualquier imprevisto que se presente en el camino.

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En las ciudades los motociclistas constituyen otro espectro de riesgo en las calles y rutas.  El exceso de velocidad, la falta de uso del casco protector (la mayoría de las veces se los lleva colgando del brazo), la falta de respeto a las señales de tránsito (semáforos, contramano) son la sumatoria de una lista de muertes y accidentes sobre 2 ruedas.

Otro dato que resulta inquietante: desde la Asociación Civil “Luchemos por la Vida” manifestaron que se registran más muertes por accidentes de tránsito que en manos de delincuentes, pese al alto grado de inseguridad que existe en la actualidad.

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Si nos trasladamos a Latinoamérica, la situación es igualmente alarmante: Este tipo de muerte es la primera en menores de 35 años, y la tercera para las que se encuentran entre los 30 y 44 años de edad. La inseguridad vial provoca, en la región, cerca de 130.000 muertes al año, unos 6 millones de heridos y centenares de miles de personas con alguna discapacidad.

Por último, a nivel mundial durante el último cuarto de siglo, países como Suecia, Holanda o Estados Unidos han reducido los decesos por estas causas entre un 30 y un 60%. Incluso España, que tiene una idiosincrasia similar a estas latitudes ha logrado un declive en sus estadísticas del 81%.

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La pregunta es entonces ¿En que se falla para no poder lograr avanzar ante este longevo y nefasto problema?

Como en casi todos los niveles donde las dificultades parecen no tener soluciones, los factores causantes de éstas son varios.

En principio es notable la falta de política de seguridad vial. Los controles en rutas o calles no son los suficientemente efectivos, y aun menos las sanciones impuestas.

Existe un grado de impunidad que lleva al pensamiento de “no pasa nada” y genera así un círculo vicioso dificultoso de abolir.  Los semáforos no se respetan, los cinturones de seguridad casi no se usan, los cascos con los motociclistas escasean, se exceden los límites de la velocidad y en casos severos todavía aun existe quienes conducen luego de haber ingerido algún tipo de bebida alcohólica.

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Sucede, como en otros casos, que si el ciudadano promedio es consultado a nivel general está  de acuerdo con las multas económicas, el sistema de puntuación en el registro de conducir y los controles de alcoholemia. Pero cuando pasamos de lo macro a lo micro, la situación cambia. Al momento de pagar uno la multa, hace todo para evitarlo.  Incluso realiza acciones que van contra las normas viales: Esquiva los controles policiales, estaciona donde no debe, pasa semáforos en amarillo, evita el uso del casco, revisa el celular al conducir, cruza la calle a mitad de cuadra y no por la senda peatonal, se superan autos en rutas o autopistas durante un curva y un largo de etcéteras que hacen compleja la situación.

Bajar los altos porcentajes de muertes depende entonces, principalmente, de un factor primordial: empezar a respetar la ley. Concientizarse y trabajar desde lo individual, para que naturalmente se produzca un contagio general.  Usar los cinturones, que los chicos viajen en sillas especiales, respetar señalización, velocidades, usar cascos, dar prioridad a peatones, cruzar calles y avenidas por los lugares correspondientes, son los aspectos que se deben corregir para poder dejar de lamentar muertes innecesarias.

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En el marco del Día Internacional de Victimas de Transito, es menester que reflexionemos sobre estos nefastos números de nuestra realidad, y lo sencillo que puede ser el revertir esta situación si todos, en conjunto, tomamos conciencia y desde nuestro día a día, actuamos en consecuencia.  Porque como dicen el viejo proverbio “si se puede evitar, no es un accidente”.

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